Floto en la eterna añoranza, hay días que dejan de ser reales y momentos que vuelvo lienzos con óleo y pinceladas largas.
En ocasiones suelo hacer distinción, pero la mayoría de las veces olvido lo que me empeño en alterar.
Hoy es así.
Encuentro fragmentos débiles de ciertos segundos donde fui consciente de lo bello que es vivir. Estar. Permanecer. Parecen espejos que caen y se esparcen por el suelo. Todo se vacía en esas pequeñas partes de existencia. Y entonces todo me parece simple, casi obvio.
No hay por qué entender nuestro motivo. Estamos para recrear al universo, darle sentido a tanto espacio y tanto tiempo. Estamos para ser eternos.
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