sábado, 19 de marzo de 2016

Recordar es una palabra con veneno.

Tomé mi alma y fuí en busca de tí, de tu esencia tan simple y a mi parecer perfecta, y quizás también necesitaba una dosis más fuerte, tal como tu olor. Supe exactamente donde estabas: impregnado bajo las rocas en donde una vez estuvimos juntos.

Tarde cálida-soleada que podría compararse al calor de nuestros cuerpos. 

Caminando pensaba el por qué te alejaste, el por qué abandonaste mi esencia si nos complementábamos como el negro al blanco. 

Quizás tu no veías las estrellas en mis ojos, ni entendías la dinámica de mi mente, puede que también veías el cielo azul, como todos. Quizás sólo yo estaba ansiosa por verte, mientras tu ansiabas las ganas de irte. Quizás era yo. Quizás.

Llegué a las rocas y recordé tu voz, y al pasar levemente mis manos sobre tus letras te encontré; volví a sentir tus manos en mi piel y tus labios sobre los míos. Sentía la fricción y el calor del día en nosotros. Fugaz como la luz, desapareciste en un instante que preferí no contar. Me percaté de que te habías ido, y que por más vueltas que diera a ese lugar, te habrías ido igual... 

Recordar te lleva a la obsesión y prefiero quedarme aquí. Recordar abre heridas, llagas y fuego... Recordar puede hacerte adicto, cada vez necesitarás más y más... Y sin tenerte aquí, no se que sigue, porque ya no te encuentro. Cada día las rocas se desgastan pero tu recuerdo está intacto en mi mente. La luna vuelve a pintarte y yo sólo soy capaz de extrañarte, y será un viaje eterno seguir buscándote, lo sé, pero siempre termino haciendo lo que me hace feliz.