viernes, 4 de diciembre de 2015

Despertando en ti.

¿Recuerdas cuantas veces me hiciste llorar, me hiciste sentir viva? 
¿Algún día te hice feliz, así como tu me hiciste a mi? 
Son muchas las preguntas, las dudas que sin resolver tuvimos que dejar atrás.
Aquel día en que tu y yo nos unimos como cielo con azul. Uno mismo. Y no hablo de un encuentro físico, era algo espiritual, un lazo que si bien no se podía ver, si se podía sentir. Tan fuerte como tus ojos sobre los míos. Intensidad. 
La noche salía por nosotros, pero tu y yo lográbamos iluminar todo. Lográbamos. Un pasado que lo envuelve todo. Lograste iluminar mi mundo, y ahora que te has ido... Me he quedado a oscuras. A blanco y negro. El lazo se rompió, el lazo jamás fue lazo. Sólo un pedazo de cuerda. Con un principio y un final. Así como tus manos en mi cintura, como el calor acoge el frío, tus labios sobre los míos. Rápido me acostumbré a tus palabras en el oído, a tus caricias llenas de libertad... A tus miradas llenas de matiz. Saturadas como las fotografías donde nuestro amor nunca acabó.
Mi mundo empezaba a verse a colores de nuevo, el rojo abarcaba todo, el azul hacia lo suyo, y el negro lo contrastaba. Y sin aviso, pronto todo comenzó a caer en la profundidad del vacío. Se derrumbaba. Todo volvía a escala de grises. Mi corazón palpitaba y se paraba. Altibajos y altos. ¿Cómo dicen que se sonríe? 
Y esque te recuerdo tal como el primer día. 
Sin daños, inocente. Cuando tus ojos me miraron y tu sonrisa abría paso... Cuando tu y yo existíamos, completábamos la perfección del universo. 
He estado recordando nuestros momentos. Valla, si que me hiciste sentir viva.