miércoles, 29 de julio de 2015

Entendiendo el dolor.

Somos manchas sobre un lienzo blanco. Humanos pero sin humanidad. Simples pero complejos. Formamos parte de algo, pero no sabemos de qué. 
Existir es un grito al silencio. Queremos entender el dolor, pero primero necesitamos conocer la felicidad. ¿Cuándo sabes que eras realmente feliz: en el dolor, en la agonía? Es cuando tenemos consciencia de todas las cosas que nos hacen sentirnos vivos, no ausentes de la vida. Es cuando el sentido comienza a transformar nuestra alegría en sufrimiento. Es la manera en que nuestro dolor se ve reflejado. 
Te doy gracias, Dios mío, por haberme permitido llorar, por manifestar mi viva alma al momento de llorar. Porque el llorar te hace sentirte viva, es parte del proceso que tenemos que caminar. 
Como ver al cielo. Así puedes entender que en realidad, no somos nada. Entiendes la concepción del universo. Su grandeza. Y te hace ver que los problemas a enfrentar, son sólo parte del proceso de la vida. Un problema del tamaño de un grano de arena en un desierto. Somos la única manera de encontrar respuestas. Observación. Consta de admirar la realidad, trata de explicar la humanidad. 
Buscamos la perfección, cuando ésta no existe.
Somos el vacío. La mancha sobre el lienzo blanco. 

Te desconozco.

A veces tu mente me hace pensar, reír, temblar. Me pierdo en tus ojos y no se cómo regresar, tienes esa mirada que no puedes soltar, esos ojos que te hacen sentir única, especial. ¿Qué estarás pensando? Es difícil adivinar... A veces no se quien eres, desconozco la manera en que me tocas, sin control, sin admiración. Y sólo quiero besarte, perder la cordura, valla inocencia, perder la ciencia. Porque a veces el mundo se reduce a nosotros, a veces pierdo el cielo pero lo veo en tus ojos.