Me pierdo en la bruma de mis pensamientos incoherentes a las 2:45 am como bastante más seguido de lo que debería, dejo que el frío no me permita escribir con rapidez este texto, y disfruto cómo van apareciendo símbolos en la pantalla que me acompaña diario y a veces me siento un tanto culpable por darle tanta importancia.
No explico qué tiene la medianoche que me encuentra, me absorbe, me consume. Una fuerza que tardo en captar, y tengo que hacer esto para analizar qué efecto tiene en mis emociones a esta hora, que como he dicho antes, me consume. En ocasiones quema todo indicio de cordura, llevándose mis dosis de realidad, convitiendo todo en un ficitico escenario que no sé que dimensión presenta, qué plano muestra.
Y entonces, la medianoche. Aquí se siente bien, creo que hace bien. Me hace pensar que me pertenece. Es parte de mi esencia, de la oscuridad que muchas de las noches recorre la habitación aún con luz.
Y me dejo consumir, me dejo alimentar.
Me gusta que los caracteres sigan apareciendo sin sentido alguno.
Y sí, quizás subiré este texto sin editar.
Es el resultado de estar despierta a esta hora y entregarme a mis sentidos más débiles.
No tengo qué corregir.
No debo preocuparme por lo que plasmo aquí, al fin y al cabo, esto soy.
Soy mi yo más real a las 2:54 am.
Mi yo más profundo, puede ser.
¿Crudo? No lo sé. Soy solo pensamientos, soy ideas que quedarán escritas solo para después recordarme lo incoherente que puede ser una persona a las 2:55 am.
Y está bien.
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