Me aterra estar en este cuerpo, porque sé que la salida es más fácil de lo que creo. Estar aquí escondida bajo la flácida piel significa que soy tan delicada que si salgo, podría dejar de existir.
Estamos rodeados de tanto, y tenemos tan poco... He hablado ya de pertenencia antes, pero a veces necesito recordármelo unas cuantas veces más.
Tengo miedo a que los gusanos coman la mano que alguna vez tocó tus labios antes de ese buen beso. Tengo miedo a que la tierra despegue tu olor de mi cuerpo... A que quizás las flores unos metros arriba de mí no puedan ser apreciadas como lo haría si tuviera vida ya.
No es miedo a la muerte, es miedo a perderte.
A irme al vacío, y borrar todo aquello que vivimos.
Sigo intentando tatuarte en mí porque la naturaleza querrá desvanecerte.
Y yo te necesito en mí, necesito que estés allí en ese lugar en donde todo volverá a comenzar.
No tengo idea de por qué existo pero sé que cuando muera... Cuando muera dejarán de ser tus manos y tu calor los que me hagan sobrevivir al invierno.
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