Me gustaba el efímero instante en que nuestros labios quedaban flotando sobre el aire; impacientes por ser desgastados, tan juntos y tan inocentes, callados y ansiosos por expresar tanto. Solías verme a través de mis intensos ojos justo antes de besarme, me transmitías locura y eso de alguna forma me gustaba; me sentía vulnerable porque nadie más me conoce tan bien como tú, pero me encantaba cariño, el saber que podías verme y sentir mi presencia. En ese momento el ruido callaba alrededor, las estrellas brillaban al compás de nuestros latidos, los sentimientos comenzaban a fluir y sentía que tus manos acariciaban mi alma, todo se volvía inefable; una fugaz noche de noviembre en que el mundo cayó y nosotros nos elevamos haciendo un rebelde acto de amor, un grito a nuestros miedos. Estábamos ahí tu y yo, impregnados de oscuridad y llenos de vida, esperando que la noche nos acogiera, anhelantes por crear recuerdos; y aquí está, un par de líneas con todas sus letras.
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