Tenía fuego en sus ojos y era capaz de quemar mi alma con verla. Al caminar podría sentir su fuerza, podía percatarme de sus mil caídas y sus cicatrices sin cerrar del todo... Con una ligera grieta para dejar salir un poco de negro humor.
Aprendí a leer su mente tan perturbada y enloquecida porque en sus venas no era sangre la que corría, ella tenía un calor intenso dentro con olor a peligro y yo sé de venenos...
Era tan inestable, frágil y sumamente emocional; que me resultó demasiado complicado volverme parte suya, quise entrar en las llamas de sus ojos y ella terminó hirviendo mis pensamientos, mi alma, mi esencia color azul bajo el cielo más oscuro de diciembre...
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