Me voy.
No es necesario ir lejos, porque el corazón lo dejaré en casa; lo guardaré bajo tus cartas de medianoche (ahora cenizas), justo debajo de la leña de la chimenea. Y andaré por la vida sin emoción alguna. Despertaré sin motivo para hacerlo, y estaré feliz con ello porque sé que me recordarás y sentirás nostalgia, quizás te arrepentirás tres segundos pero siempre volverás a sonreír después de verme echa pedazos. Después de haber robado mi risa de niña consentida y el color de mis ojos verdes.
Y me volveré como el viento. Silenciosa, invisible, pero existente. Viva pero con ojos muertos, y sin pronunciar palabra alguna.
¿No lo esperabas, verdad? A ti te gusta que te limpien las heridas, que te besen hasta el anochecer, los amaneceres juntos, las lágrimas que recorren mi cara hasta llegar a la comisura de mis labios (desgastados y llenos de ti)... Te gusta tocar mis clavículas y tomarme de la cintura. Te gustaban mis ojos y decías estar dentro de ellos. Pero todo acaba, príncipe.
No podré borrar tu huella en mi cuerpo y lamentaré eso todos los días. Estar bañada en ti, en tus miradas, en tus besos, en tus manos... Y aún así querer escapar de ti una vez más. Pero por más que quiera... Es demasiado para un alma tan frágil.
Lo siento, esta noche es la última que camino por la vida llorando, encharcando las calles.
Sólo que una cosa si te diré: eso no significa que estaré feliz. Quizás si, me faltarás a lo largo de la carretera... Pero, ¿sabes? Tengo un mejor acompañante. Yo misma. Iré por la vida con una maleta llena de soledad, una vida sin angustia, sin risas ni llantos, y sin algo que formó parte de mí tanto como mi brazo derecho; sentiré tu ausencia dentro de mis venas azules. Y ese vacío se llenará del escalofrío que recorrerá mi cuerpo al recordarte. Quizás no se llene, pero sí que me sentiré bien. Dicen que la venganza no es buena, pero después de tener y perder todo, nada importa demasiado, ¿sabes?
No se si el juego ya acabó, pero ganaste. Conseguiste destruirme y ahora estoy escribiendo esto para despedirme y pedirte que no me acompañes. Que no aparezcas en mis insomnios.
La oscuridad ya no podrá llegar a mi, porque estaré ahogada en ella.
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