lunes, 4 de mayo de 2015

Inquebrantable.

Era un amor que me destrozaba cada noche. Llegaba, en silencio. Prendía la luz y buscada mi olor. ¿Dónde estás, mi amor? Prefería no contestar. ¿Dónde estás?
       Y así comenzaba la historia de cada noche. Sus palabras quedaron talladas en mi mente. ¿Dónde estás? Su voz era fría, a veces tan vacía.
        Ya no encontraba donde esconderme. ¿Estás bajo la cama? Sentía un nudo en la garganta. La ventana estaba abierta, el viento se llevaba mis palabras. Por favor, por favor. Sólo pido una noche más. Despertar y ver otro amanecer. Ver tus ojos y decirles adiós.  ¿Podrás concederme eso, mi amor?
        Tengo sueño, pero sé que la historia va a acabar. Es tarde, quiero un momento más. Extrañaré eso de respirar, el sabor del hogar. ¿Dónde estás? No, por favor, dime que no vienes hacia acá. No, no  estoy dentro del armario, no hay nada que sospechar.
        Mi amor, ya llegué de trabajar. ¿No quieres ver qué tengo de novedad? Vamos, sé que me quieres besar.
       No, por favor, ya no puedo. No quiero seguir. Mi cuerpo es pequeño y tú eres fuerte, grande... intimidante. Ya no quiero que me hieras.
       Está bien, voy a salir.

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