Las heridas no cicatrizan.
¿Cuándo haz visto a una cicatriz olvidar su pasado? Parece que los días no avanzan. Los paso esperando el sanado. Todos ellos son inviernos sin tí a mi lado. Recuerdo cada nota, cada lágrima hablándome al oído. Intentaban acallar las voces de mi interior. No pasa nada, todo está bien. Estamos hechos de cicatrices; heridas que no sanan. Sonrisas olvidadas...
Inquebrantable, decían. Es imposible aparentar felicidad siendo tan cobarde como para esconder heridas dentro. Me parece una idea perfectamente estúpida intentar sanar las heridas ardiendo, con un poco de veneno.
No; no estoy rota. Estoy herida. Una herida te marca siempre. Vallas donde vallas, la herida te acompaña; es una sombra que sientes cada momento; arde muy dentro. Estar rota, es poder cicatrizar. Poder restablecer los vidrios rotos.
Yo, estoy herida.
Las heridas me guían, los recuerdos me acompañan, los vidrios me iluminan. La oscuridad mueve mis pies, y dan color a mis mejillas. Mis ojos gritan, buscan entre mentiras. Mi boca tiene sed, sed de tus mordidas. ¿Y qué dicen mis lágrimas? Te quieren aquí enseguida.
Es caer tan bajo, que no encuentras la salida.
viernes, 21 de noviembre de 2014
miércoles, 19 de noviembre de 2014
Sabor a cielo.
Quiero repetir ese momento, esos besos, esas miradas.
Quiero que estés conmigo ahora, besar tu sonrisa, morder tus labios, y ver esos lindos ojos de los que estoy tan enamorada. ¿Es mucho pedir un abrazo? Extraño tus suaves brazos. ¿Y qué hay de tus manos? Puedes tomarme de la cintura, pero no me dejes caer. Quiero que seas mi sostén. Si tan sólo pudiera pausar el tiempo para volver a sentirme tuya.
Quiero decirle a la niña que era antes, que lo logré. Que aquí estás y que por fin te encontré.
Vayamos, vayamos a ser felices. A comernos el mundos con nuestras sonrisas. A olvidar problemas y crear diferencias. A besarnos como ya no hubiera un mañana. Quiero que te quedes conmigo, que no haya otra opción más que yo.
Y cada lágrima parece hablar. Me cuentan las tristes noches que pasé; abrazando una almohada, esperando tu mensaje jamás recibido. Diciéndole a mi mamá que si eso, eso era el amor. Con un coraje interior hacia mis piernas gordas, a mis aún no desarrolladas caderas, a mis granos faciales. Un coraje hacia mí misma por ser el causante de mi desilusión amorosa. Así pasaba mis noches... mejillas rojas, lágrimas derramadas en la almohada. Y me gustas, me gustas...
Tengo todo guardado muy dentro. Recuerdo el sabor de ese primer beso. Tus labios llegaron rápido, queriendo buscar el sabor de mis adentros. Y ahí estaba yo, sin saber qué parte de la boca mover. Jajaja. Y la música... esa canción que nunca olvidaré. No había luz, todo eran tus labios. Sólo eso importaba; atinarle a esos dulces labios. Y llegó. A la música parecía no importarle, pues seguía sonando. El momento más importante y feliz de mi vida; y la música seguía sonando. Me gustas, me gustas... ternura en el alma y no una talla de cintura...
Y no paramos. Tus labios mordían suavemente los míos, chocando sin querer nuestras lenguas...
¿Sabes a qué me supo ese primer beso? A un pedazo del cielo. El sabor más rico de mi vida, hasta ahora.
Cada beso tenía su tiempo. Cada tiempo tenía caricias, Cada caricia, sus besos. Cada beso se acompañaba de tus manos recorriendo mi cuerpo. Cada recorrida de cuerpo; contenía una sensación de estar en el cielo mía. Y la música cantaba... Y tus besos me comían. Y sonreía, sonreía porque por fin había llegado el momento esperado para mí y para la niña que era antes.
Parecía que me querías...
Quiero que estés conmigo ahora, besar tu sonrisa, morder tus labios, y ver esos lindos ojos de los que estoy tan enamorada. ¿Es mucho pedir un abrazo? Extraño tus suaves brazos. ¿Y qué hay de tus manos? Puedes tomarme de la cintura, pero no me dejes caer. Quiero que seas mi sostén. Si tan sólo pudiera pausar el tiempo para volver a sentirme tuya.
Quiero decirle a la niña que era antes, que lo logré. Que aquí estás y que por fin te encontré.
Vayamos, vayamos a ser felices. A comernos el mundos con nuestras sonrisas. A olvidar problemas y crear diferencias. A besarnos como ya no hubiera un mañana. Quiero que te quedes conmigo, que no haya otra opción más que yo.
Y cada lágrima parece hablar. Me cuentan las tristes noches que pasé; abrazando una almohada, esperando tu mensaje jamás recibido. Diciéndole a mi mamá que si eso, eso era el amor. Con un coraje interior hacia mis piernas gordas, a mis aún no desarrolladas caderas, a mis granos faciales. Un coraje hacia mí misma por ser el causante de mi desilusión amorosa. Así pasaba mis noches... mejillas rojas, lágrimas derramadas en la almohada. Y me gustas, me gustas...
Tengo todo guardado muy dentro. Recuerdo el sabor de ese primer beso. Tus labios llegaron rápido, queriendo buscar el sabor de mis adentros. Y ahí estaba yo, sin saber qué parte de la boca mover. Jajaja. Y la música... esa canción que nunca olvidaré. No había luz, todo eran tus labios. Sólo eso importaba; atinarle a esos dulces labios. Y llegó. A la música parecía no importarle, pues seguía sonando. El momento más importante y feliz de mi vida; y la música seguía sonando. Me gustas, me gustas... ternura en el alma y no una talla de cintura...
Y no paramos. Tus labios mordían suavemente los míos, chocando sin querer nuestras lenguas...
¿Sabes a qué me supo ese primer beso? A un pedazo del cielo. El sabor más rico de mi vida, hasta ahora.
Cada beso tenía su tiempo. Cada tiempo tenía caricias, Cada caricia, sus besos. Cada beso se acompañaba de tus manos recorriendo mi cuerpo. Cada recorrida de cuerpo; contenía una sensación de estar en el cielo mía. Y la música cantaba... Y tus besos me comían. Y sonreía, sonreía porque por fin había llegado el momento esperado para mí y para la niña que era antes.
Parecía que me querías...
sábado, 1 de noviembre de 2014
Vacíos.
Le dije a mi mente que no te pensara, que era suficiente por el día de hoy. Le recordé las tristes lágrimas que me provoca pensar en ti, y le dije que quiero verme feliz. También le desee las buenas noches, ya que olvidaste dármelas a mí. Y a mi corazón... voy a darle un café caliente para que olvide un momentos las heridas ardientes. Y ni hablar de mi físico, que recibe tus palabras como golpes. ¿A dónde fue el pasado que no volverá? ¿A dónde se van las promesas, los momentos felices, las sonrisas que te hacen mi persona favorita? Supongo que el vacío, está lleno de todo eso. Recuerdos.
¿Es posible que al acumular tantos recuerdos, termines siendo el vacío?
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