domingo, 27 de enero de 2019

Te permito ir.

Me basta con que rondes en mi mente, no necesito tenerte cerca porque sé que te irás y termino extrañándote más de la cuenta, como todas mis manías si de amor hablamos. Así que mejor vete, que estoy a salvo, sin miedo que encienda mis entrañas, sin frío que me dé ganas de estar entre tus brazos. Como sea, siempre acabo pensándote e imaginándonos, así que todo seguirá igual, dando vueltas, y fluyendo de la forma en que debe ser, en que siempre ha sido.

sábado, 26 de enero de 2019

No te vayas.

Recógeme, cielo. Llévame lejos y acaba con mis miedos, consume mis fríos matices y dame poquito de tu color, como lo haces cada que amaneces, cada que tu luz devora la parcial oscuridad que me sobrecoge, y deja que me sienta libre. Quiero que me envuelvas en arcoíris y las estrellas se vuelvan manto en la fría noche. No quiero que te quedes sólo en mi mente cuando sea momento de que te vayas. Quédate e ilumina las sombras que no dejan de apagar mi espíritu. Permanece conmigo, inspírame con tu arte, dame razones para continuar. Eres el único que entiende mis pensamientos incoherentes y me hace olvidar mis tinieblas. Acompáñame por la noche y déjame admirar tus colores, que bastante débil estoy ahora, atrofiada por los caminos que recorro sin tu guía, sin la luz que se opone a quedarse.

miércoles, 23 de enero de 2019

Sí te extraño.

Te soñé.

Volví a ver tus ojos pardos, a sentir tu presencia y olvidar tu ausencia, que me ha perseguido desde entonces. Estabas tan real. Me envolviste en tus brazos, levantándome varias veces, sin esconder la alegría que sentiste al verme. No hay lugar en el mundo que pueda gustarme más. Te recuerdo bajo las artificiales luces de aquél extraño plano, te recuerdo mirándome y susurrando a mi oído como solías hacerlo, te recuerdo conmigo y prefiero no haber despertado para seguir teniéndote aquí.


Aún guardo tu olor, tu calor, tu manera de sonreír. De sonreírme.
Y ahora, no quiero quedarme aquí, extrañándote.
Volvamos a pensarte.

Estabas tan real...


martes, 22 de enero de 2019

Día de eclipse.

Y te encontré, luna. Tras la mirada de tus admiradores, tras la lente de tus captores. Te sentía mía, tan grande que podía alcanzarte. Pero estabas tan lejos que mis ojos apenas lograban visualizar tus cráteres inmersos de sangre; celosos por cuántas pupilas te seguían, cuántas almas atesoraban tu momento. Te mantenías quieta. Silenciosa. Esperando que los colores invadieran tu pálido reflejo. Y ardías entre llamas de intensos rojos. Y ojos. Te miraba desde abajo, aquí, donde siempre te espero, donde miro cómo cambias, cómo creces, cómo me esperas.