Y derrepente me sentí más viva que nunca. En el viento descansaban mis manos. Mi cabeza dejó de dar vueltas, y los problemas se iban quitando. Sentía su calor, el calor de su amor, ese que tanto anhelaba sentir. Me abrazaba. Observe cómo, de pronto, todo significaba tan poco. Lo que consideraba éxito era un simple suceso. Lo que era un problema, también. Somos simples, ¿saben? Sólo somos esencia... Como las nubes del cielo. Estamos para existir, sólo para eso. Las nubes existen para que podramos existir.
Olvidando mis recuerdos favoritos; digo adiós a todos aquellos lugares, personas y labios que me hicieron feliz algún día.
Y me siento más viva aún.
Si, he muerto.